Ganadora de un Oscar, Bullit es una de mis películas fetiches. Quizá sea una de las interpretaciones más reflexivas de Steve McQueen, el pausado teniente Bullit. El film discurre por las calles de San Francisco, de lo que luego hablaremos, y trata de la llegada desde Chicago de un chivato que va a testificar contra la mafia del crimen, siendo la baza del senador Chalmers, un político necesitado de un golpe de mano que le catapulte en la vida social de toda California. Primero un hotel y luego un hospital, son las madrigueras que esconderán el secreto. La intriga tiene una alto contenido en esta maravillosa adaptación de la novela de Robert L.Fish Testigo Mudo que Peter Yates dirigió con una banda sonora celestial, de Lalo Schifrin.
El florero es Jacqueline Bisset, que sólo había participado en papeles secundarios en Cul de Sac y Casinno Royal, la auténtica , la que dirigió John Houston en 1967, con Úrsula Andress y David Niven como 007, y con secundarios increíbles, Orson Welles, Peter Sellers y un adolescente Woody Allen, una cinta imperdible, muy difícil de conseguir (por fortuna la tengo, me la regaló Xixo). Bullit colocó en el olimpo a Jacqueline Bisset, a partir de esta película fue protagonista para Truffaut, de nuevo Houston y Polanski y su vida en el cine ha sido coser y cantar.
Volviendo a las calles de San Francisco, Bullit fue una de las películas más taquilleras de la época, la gente iba al cine atraíada por una escena llena de adrenalina, una persecución por las calles de San Francisco que está considerada como la mejor escena de carreras de la historia del cine, un Dodge perseguido por un carraco descomunal, un Mustang GT390 verde, un cañón en manos de un maestro, McQueen que grabó él mismo, un coche que Ford reeditó en 2001 con las mismas características técnicas del de la película, una joya. La persecución se rodó en el centro de San Francisco, sin el Golden Gate como estaba previsto, que no fue parte de la persecución porque la comisión municipal no lo permitió.
Un peliculón.