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02 septiembre 2010
Conocerás al hombre de tus sueños
Desde que Woody Allen se cruzó con la maldad faldera, su obra ha torcido a la realidad social y de pareja, que desde su punto de vista te tiñó de cruel. El cénit lo alcanzó con Match Point, donde bordó con pulcritud la cornamenta temática, siendo siempre el hombre el perdedor de tan cruenta batalla. Su ego derrotista continuó a lo largo de su trilogía londinense, con Scoop y Cassandra's Dream, pero ahora ha sumado una cuarta obra centrada en Londres, lo que siempre es de gusto para los ojos del espectador, pero con el mismo tinte de amargura que deja el fracaso marital, en cualquiera de sus versiones, el abuelo chocho que rejuvenece con una moza de alquiler, la esposa insatisfecha que se prenda de su jefe, o el voyeur que confunde el horizonte de su ventana con un éxito literario. Toda una historia de mentiras y tejemanejes que descubre a los tramposos, a los soñadores y a los mirones, o sea, a casi todos, o acaso, ¿quién no ha mirado desde su ventana a la vecina de enfrente alguna vez?. Éste es el Allen que ha quedado de aquella huella que le dejó su turbulento final con Mia Farrow, un humano arrepentido que nos quiere dar una lección de lo que no se debe hacer alguna vez en la vida si quieres morir algún día empatado a cero, algo así como si quisiera con su obra mostrar arrepentimiento de algún gol en propia puerta del pasado; hay derrotas que anidan en el recuerdo por más disolvente con sabor a madera que bebas, y el gran Woody parece un claro ejemplo de ello.
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