28 junio 2009

jazz en la rioja




en el corazón de La Rioja hay un rincón muy cerca de las estrellas. San Millán de la Cogolla, Santo Domigo de la Calzada y Ezcaray, esa es la santísima Trinidad de la esencia de la paz. Siglos de antiguedad, donde nació el castellano y Gonzalo de Berceo glosó, y el gallo cantó después de asado en Santo Domingo, un milagro que hace más eterno el camino de Santiago. Ezcaray es el reducto de piedra, a los pies de la montaña Valdezcaray que es el techo de la región. En Ezcaray abundan los grandes restaurantes que florecieron como setas a la par que los ricos vascos se hicieron legión los fines de semana. En este paraíso se podrá disfrutar dos fines de semana de julio del I3Festival de Jazz de Ezcaray, en honor al mítico poeta danés Ebbe Traberg. Un jolgorio de saxos y trompetas, todos los conciertos son de noche y en un parque diferente del pueblo, al aire libre y gratis, para que nadie se lo pierda. Durante esos días Ezcaray hace de aperitivo de Gasteiz y Donostia, y compite en calidad con ellos. Este año la estrella es Gerald Clayton, hijo del gran John Clayton, en un elenco de nivel, con Sinne e Quartet o New Mood Trio.

Buen vino y buena música, nos vemos en Ezcaray.


Yaziendo a la sombra perdí todos cuidados,
odí sonos de aves, dulces e modulados:
nunqua udieron omnes órganos más temprados,
nin que formar pudiessen sones más acordados.

Gonzalo de Berceo

13 junio 2009

mon meilleur ami

El mundo que vivimos es triste y ajeno decía una canción del montón. Pero acierta de pleno. Mi mejor amigo es una supina crítica de la sociedad individualista que confunde la amistad como algo inherente a la relación con la gente. Por circunstancias del trabajo tenemos muchos contactos, pero podemos volver a casa y no volver a recibir una llamada hasta el día siguiente, cuando probablemente vuelva a llamarnos un cliente. Así nos lo pinta Patrice Leconte en este film. François es un anticuario parisino tan rico que sólo tiene dinero, pero que carece de vida social. Su mundo es su trabajo, sólo eso. Su vida privada carece del calor de una sincera amistad. Ese es el reto que le encomienda su socia, que sea capaz de presentarle en diez días a un amigo si lo tiene. François toca fondo, y recibe el pago a su opulente individualismo, incluso se ve necesitado de aprender a relacionarse con la gente sin un negocio de por medio. Su lazarillo es un joven taxista que conoce por azar, Bruno, un sabelotodo. Él será quien le cure de humildad y le demostrará que la vida es más simple que ganar dinero en un concurso de televisión.
Mi mejor amigo me ha recordado a Familia, de León de Aranoa, una obra maestra de la que muchos deberíamos aprender alguna vez.