17 julio 2010

Un palmo más arriba de las estrellas



Estoy agotado de todas todas. Me quedé sin dedos y no puedo escribir, sin minutos y no puedo contar los que me quedan para las vacaciones. Me quedé sin aliento de tanta presión atmosférica, y hasta sin remo, y mis hombros necesitan moverse porque se me atrofian. Quedan once días, el número mágico que metía canastas al contragolpe, para meterme en el Madison y acordarme de las guitarras que allí tocaron y las canastas que se aplaudieron, para tomarme copas por encima de cualquier planta cincuenta con Manolo, que me espera desde hace años, y que esta vez sí encontró la pócima que me hará volar tantas horas sintiéndome una sardinita de clase turista. Hoy es un sábado nublado de verano, el último sol que he visto nadaba contra la corriente de un arpón asesino que le asestaba puñaladas de placer. Hay una avispa que me amenaza con aguijón de plata en mi sueño caniculero que me despierta empapado de sudor. Por más que quiera no sé dormir con aire siberiano, prefiero sustituirlo por baños nocturnos que refrescan mi cabeza de chorlito, mientras oigo al despertarme gemidos de nubes que aman sin querer.



George Benson Breezin'

04 julio 2010

Mar y sal

foto Maribel Bàlius

Después de una década, he vuelto a verla. Podría concluirse así de rotundo un encuentro con el pasado y con la peor de las estelas que dejó mi trayectoria. Sólo nos vimos menos de cinco veces tiempo ha, pero distabamos tanto, que entre nosotros estaban también nuestros respectivos colgajos, esos que tambíen se llamaban pendones de pareja. Era una distancia lejana, pero insuficiente para que el gusto me adornara la vista y la admirara. Su clase no era ajena a un observador indómito, ni sus azules ojos, ni aquel incisivo lateral semiescondido entre sus dientes proximales que le hacía más simpática cuando sonreía. Pero la distancia era demasiado larga entre nosotros. El azar nos cruzó de nuevo diez años más viejos, y diez años de cargamentos que a mi me habían perdido en el prestigio, por lo que no hice y por lo que sí. En un entorno de competencias empresariales, cuando a uno le va bien es porque a otro las gráficas no le sonríen tanto, y es cuando los pecados capitales se arremolinan, como si fuera el consuelo de los necios que tiran la piedra y esconden la mano. Una década de trayectorias diferentes y versiones no contrastadas pesan demasiado para que aquella niña de ojos claros borre de un plumazo los influjos que ha recibido del odio, soberano prejuicio que cuesta desgastar con una simple goma de borrar. Sólo volvernos a encontrar me ha descubierto que quien te sonríe, al mismo tiempo te está clavando alfileres en un naipe donde el as de bastos es tu cara, y eso ofende de verdad. Ésa es la resultante de la ecuación de la envidia, que por barrios arrea de distinta manera, y que juzga a la gente porque su aspecto no es a lo mejor la del español tipo, ni su talla métrica, ni sus ojos de lechuza, ni su carisma con la gente, porque aquí lo que toca es que rían con otros pero que curen a sus enfermos pensando en ti.
Hoy no he podido salir a navegar, el clima no me acompañaba ni mi cabeza tampoco, y así el remo pesa como un sambenito de porquería que me aleja aún más de los hipócritas, y no quería pasarme la tarde en alta mar sin saber cómo acercarme a la costa, he preferido sentarme en el teclado y sacarme el aguijón y agradecerle a la de los ojos claros habérmela encontrado, y que me lo haya contado. No sé dónde venden las tijeras que cortan el hielo del miedo, ni la amenaza de lejanía que me llevará otra década por otro camino distinto al suyo, porque hay valores en la vida que le dicen que si fuiste de otra mujer, tu presencia está vetada en las noches amistosas con velas y vino blanco. Son cosas que pasan, y que se me atragantan, y que no le pega mejor canción que la de Chris Rea que me lleva acompañando todo el día y cuya letra viene al pelo, es el blanco vino que me está macerando en plena decepción, en plena jornada reflexiva con remo en huelga e intermitente lluvia.

Chris Rea Fool (if you think it's over)

01 julio 2010

Pol


A los hombres se les conquista por el estómago; a las mujeres con detalles, y no materiales.


Benjamin Biolay & Chiara Mastroianni

Des Lendemains Qui Chantent