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Parece que una ola polar de Groenlandia va a tener la suerte de visitarnos, y ha empezado a cundir el pánico entre todos, los medios repitiendolo sin cesar y los frioleros maldicinedo el invierno. Yo estoy encantado, y he gozado hace un rato cuando, a las nueve de la mañana de un sábado gris y húmedo me ha devuelto a mi anhelo, que ya estaba hasta las narices del buen tiempo, del veranillo de San Miguel y su puñetera madre. A mi el frío me pone como a las cabras, así, sin más... A lo que iba, eran las nueve de la mañana...... y me fui a comprar el pan, los mundos (el de Pedro J y el Deportivo) y un bote de orina a una farmacia para la gestante , y apartándome de la rutina del centro comercial de la urbanización, he ido al pueblo, que es antiguo y pequeño a la par que feo, y he olido el frío mezclado con adorable humo de chimenea que me ha vuelto loco, y así de bien he empezado un sábado de invierno recién llegado, con gusto en el cuerpo y anhelos de mantita sofariega en una deliciosa siesta de tarde.