El mundo que vivimos es triste y ajeno decía una canción del montón. Pero acierta de pleno. Mi mejor amigo es una supina crítica de la sociedad individualista que confunde la amistad como algo inherente a la relación con la gente. Por circunstancias del trabajo tenemos muchos contactos, pero podemos volver a casa y no volver a recibir una llamada hasta el día siguiente, cuando probablemente vuelva a llamarnos un cliente. Así nos lo pinta Patrice Leconte en este film. François es un anticuario parisino tan rico que sólo tiene dinero, pero que carece de vida social. Su mundo es su trabajo, sólo eso. Su vida privada carece del calor de una sincera amistad. Ese es el reto que le encomienda su socia, que sea capaz de presentarle en diez días a un amigo si lo tiene. François toca fondo, y recibe el pago a su opulente individualismo, incluso se ve necesitado de aprender a relacionarse con la gente sin un negocio de por medio. Su lazarillo es un joven taxista que conoce por azar, Bruno, un sabelotodo. Él será quien le cure de humildad y le demostrará que la vida es más simple que ganar dinero en un concurso de televisión.
Mi mejor amigo me ha recordado a Familia, de León de Aranoa, una obra maestra de la que muchos deberíamos aprender alguna vez.
2 comentarios:
Tomo nota, Jon. Me encantan las historias que reflexionan sobre la amistad, y tal y como describes el argumento de esta película, parece que se trata de una historia fascinante, acaso una fábula.
Te mando un saludo muy cordial.
Ninguna fábula Sirena, la vida cotidiana está llena de situaciones así, con personas de carne y hueso. Demasiado real para ser una fábula.
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