Los toltecas denominan a la suprema deidad "el Espíritu". En todo momento buscan la comunicación con él mediante el reconocimiento de señales o acuerdos con el fin de acatar a rajatabla las órdenes que éste le manda. El guerrero se considera a sí mismo un instrumento del Espíritu con una peculiaridad propia, pero carente de importancia personal.
La importancia personal es el término acuñado por los toltecas para designar al ego, y una de sus luchas fundamentales consiste en intentar aniquilarla.
Esta importancia es considerada como un monstruo de mil cabezas que puede surgir a cada instante en forma de soberbia, ira o autocompasión. El individuo que se deja arrastrar por estas emociones pierde la batalla contra su propio ego y demuestra lo en serio que se toma sí mismo. Los toltecas afirman que sentirse importante confiere pesadez, rudeza y tosquedad, mientras que la pérdida de la autoimportancia otorga al guerrero finura y livianidad necesarias para avanzar en el camino del conocimiento.
5 comentarios:
Elemento a tener en cuenta en los ataques narcisistas. Ellos sí que saben.
Saludos :)
..no te quepa duda
Durante largos periodos de inestabilidad, los samuráis se enfrentaron día a día con los horrores de la guerra y con la posibilidad de su propia muerte, por lo que muy seguramente todos estaban conscientes de ese riesgo. En el bushido aparecían consejos prácticos aplicables al comportamiento samurái y el tema de la muerte era un tema central en la obra.
El mayor dogma del bushido radicaba en el aspecto de reforzar la idea que tenían los samuráis de sí mismos como miembros de una élite superior al resto de la sociedad. El bushidō además, alentaba a los dirigentes —incluso a los del país— a participar en los conflictos armados. Se suponía que todo comandante debería de permanecer en un taburete de tijeras en la retaguardia durante toda la batalla e incluso muchos participaban activamente en las contiendas. Son escasos los personajes que no estuvieron presentes con su ejército en batalla.
El budismo fue llevado a Japón desde China durante el siglo VI y desde ese momento se expandió por todo el archipiélago. Durante la época de los samuráis existían diversas variantes o sectas de esta misma filosofía, aunque la mayoría de los guerreros optaron por el budismo de tipo Zen. El Zen enseña a sus seguidores a buscar la iluminación y salvación a través de la meditación, la cual se conseguía con mucha disciplina. Dado que el objetivo final de esta filosofía es buscar la armonía espiritual, la cual lleva a un «fluir entre la vida y la muerte», muchos guerreros se sintieron identificados y atraídos hacia ella.
A lo que quiero llegar con toda esta parrafada, esque para ganar ciertas batallas, el ego puede llegar a ser un aliado imprescindible.
Un saludo!! (La imagen, genial)
Cubil... sin orgullo no hay valor.
Descuida por la parrafada, las prefiero a las respuestas de compromiso. ;)
En elAmor y en la Batalla se forja el alma del guerrero..
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