Se sentaba junto a la barbacoa de su rancho mexicano de Ciudad Juárez todas las tardes, tenía su sitio cogido junto al fuego, con solete en invierno y que en el estío recibía brisa, echaba unos troncos y restos de podas y encendía el fuego. Le encantaba seguir la misma rutina tarde tras tarde, sentarse junto a su barbacoa y mirar el fuego, nada le gustaba más que ver quemar su vida, el fuego le sacaba todo lo que durante años tanto le pesaba, pero el daño ya estaba hecho. Una terrible enfermedad consumió sus días así, junto al fuego, recluído en un rancho aislado, alejado de la gente a la que no gustaba recibir, con su leal Bárbara, sólo ella pudo ver su triste final, la verdadera amante que le hizo volver a volar y a creer, que ante el dolor la única resistencia era su amor (por ella).
3 comentarios:
McQ murió de cáncer de pulmón con sólo 50 años. Voy a dejar de sentarme al fuego en la tarde y de fumar!
Dejar de fumar es fácil, pero de ver el fuego no hay quien me canse...
que curioso lo del fuego, ¿verdad?.
A mi también me pasa, es algo hipnótico, te puedes pasr horas mirándolo.
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