12 marzo 2009

gala




Gala era la amada mujer de Salvador Dalí. Durante toda su vida, el genio amó sin descanso a su esposa. Fue un matrimonio difícil, no tuvieron hijos, él era muy alto, y ella apenas metro y medio... Las excentricidades del genial pintor y sus desmanes fueron siempre perdonados, y ella fue, además de esposa, su musa.

Cuando decidieron construir su residencia de verano en la maravillosa cala de Port Lligat, Dalí tuvo la genial idea de construir muy bajitos los ventanales para que Gala nunca pudiera dejar de ver salir el sol.

Me parece maravilloso, y simple, no conozco gesto tan deferente de nadie hacia nadie, y deberíamos aprender de estas cosas, si simplificáramos muchas cosas y nos fijaramos más en otras, nos iría a muchos bastante mejor. Nadie es capaz de voltear su intención en menos de un día, simplifiquemos, pero no tan rápido.


3 comentarios:

mariadelaO dijo...

Estos son los actos del AMOR, así de sencillo. Y así de sencilla debería ser nuestra actitud ante la vida.

jonceltic dijo...

SISTER, las cosas sencillas parecen a veces las más difíciles. Es necesaria cualquier cosa con tal de percatarse de ello.

jonceltic dijo...
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