He tenido la fortuna de practicar deporte toda la vida, salvo unos años en los que pareció que vivía en un túnel del que no salía, deportes de equipo fundamentalmente. He jugado a baloncesto donde fui campeón provincial con mi equipo del Instituto, he jugado a fútbol donde fui un portero osado, pero del montón y disfruté mucho jugando a rugby, el que para mí es el deporte colectivo total, el deporte perfecto. Pero ninguno de los deportes de equipo es tan solidario entre compañeros como el running. Lo vengo comprobando desde hace casi dos años, el tiempo que llevo corriendo bajo el paraguas de un club. Posiblemente correr con Redolat Team haya hecho que esta sensación de compañerismo en un mundo individual sea mayor, pues la solidaridad es uno de los valores que se fomentan a todos los niveles, desde la cima del club hasta el último runner. Da gusto compartir kilómetros con gente que aplaude tu esfuerzo, que valora tu locura. Compañeros que te preguntan después de un largo de 20 kilómetros cómo te has sentido y cómo has llevado tus dolores, amigos que te escriben por WhatsApp y te asesoran y aconsejan, te cobijan, te alientan a que no decaigas porque tus esfuerzos están dando ya frutos y, aunque yo aún no los veo ellos, qué saben mucho más que yo de esto, sí.
Ya han pasado 5 semanas y aún quedan 11. Vamos partido a partido, kilómetro a kilómetro, semana a semana.
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